Mi abuela nació en Francia. Pese a haber llegado muy joven a España, siempre tuvo un marcado acento francés y me irritaba que pronunciara mi nombre como “Selia” en lugar de “Celia”. Cuando algo le disgustaba solía decir: “Esto en Francia no pasa”. Lo paradójico es que cuando iba a Francia de vacaciones, repetía la misma frase, pero a la inversa: “Esto en España no pasa”. Entonces yo no entendía que estaba haciendo equilibrios para preservar su identidad y proteger su autoestima. Ahora, después de varios años prestando atención psicológica a emigrados, veo cómo, al igual que mi abuela, los españoles que viven en el extranjero movilizan sus recursos psicológicos para preservar su identidad. Seguir leyendo