Bogotá ha abierto sus puertas de par en par al turismo y a la inversión extranjera. Pasear por la Candelaria ya no es una actividad solo para los más atrevidos. Las calles, antes sucias y grises, se han convertido en un laberinto de colores donde el arte urbano y los graffitis adornan las paredes de arquitectura colonial. El centro de Bogotá es hoy un barrio abierto al turismo, que esconde tras sus puertas multitud de locales donde probar la chicha, una bebida realizada a base de la fermentación del maíz y otros cereales originarios de América, o comprar artesanía junto a la Plaza del Chorro de Quevedo.
La transformación de La Candelaria es solo un ejemplo más de la nueva cara de Bogotá, que se revela como un destino amigable tanto para el visitante como para la inversión. La ciudad se ha convertido en un lugar atractivo para los negocios, especialmente para el sector de la economía creativa. Seguir leyendo